30 jun 2015

Conductividad térmica: nuestro sentido del tacto nos engaña.

Vamos a hacer un experimento muy sencillo: ve a la cocina, toma en tus manos uno de esos cuchillos (con mucho cuidado, no quiero demandas) con mango de madera y siente la temperatura de ambas partes; del metal y la madera.
Todos sentiremos lo mismo: el metal está frío y la madera a temperatura ambiente, ¿cierto? Pues resulta que nuestro sentido del tacto está engañándonos, porque ambas partes están exactamente a la misma temperatura.

Primero debemos entender un concepto muy sencillo pero importante: siempre que dos objetos cualesquiera entran en contacto, sus temperaturas se van a nivelar. Se promedian; se igualan entre sí.

Pongamos como ejemplo una taza de café tan caliente que es imposible tomarla. ¿Qué haces en este caso? le sirves un poco de agua fría. Lo que está sucediendo es que la temperatura del agua caliente se está nivelando con la del agua fría, resultando en que ambas cantidades de agua lleguen a la misma temperatura. Se promedian las temperaturas, pues. Si el agua caliente está a 100°C y la fría a 0°C (ignorando, para fines de este ejemplo, que el agua hierve o se congela), ambas temperaturas llegarán a un acuerdo común, y se nivelarán justo a la mitad, resultando en una taza de café de 50°C.


Cuando dos objetos entran en contacto sus temperaturas se igualan entre sí.
Lo caliente se enfría y lo frío se calienta. (Fuente)

Ya sabiendo esto podemos entender que cuando tocamos algo como el cuchillo, nuestra temperatura corporal se está equilibrando con la de éste. Eso es lo que sentimos, la transferencia de calor con los objetos que tocamos, y no su temperatura en sí. El metal es un excelente conductor, por lo tanto, al tocarlo el calor de nuestra mano se transfiere muy rápidamente, por eso lo sentimos tan frío. En el caso de la madera, que es un conductor pésimo, al tocarlo el calor de nuestra mano no se va a ningún lado (o bueno, sí, pero muuuuuuuuuuuy lentamente), por eso no sentimos ninguna diferencia de temperatura.

Así que en conclusión, no somos capaces de medir temperaturas; lo que sentimos es cómo el calor entra o abandona nuestro cuerpo, y qué tan rápido o lento lo hace.

Curioso, ¿no? Lo que nosotros sentimos como caliente o frío no necesariamente es correcto.